Caminar por las calles de México es como explorar una galería urbana. Entre murales y grafitis, hay un detalle que siempre llama la atención: los tenis colgando de los cables eléctricos. Para algunos, es un misterio; para otros, parte del paisaje. Pero, ¿qué hay detrás de esta costumbre tan arraigada? Decidí preguntar y, después de escuchar varias historias, la respuesta sigue siendo... un poco de todo.

Empecé por hablar con Jorge, un joven de la Ciudad de México que creció en la colonia Doctores. "Aquí en la colonia, colgar los tenis es una forma de marcar territorio," me dice. "Era una forma de decir: ‘Aquí estamos nosotros, este es nuestro barrio’. Cada pandilla tenía su manera de hacerlo, y los tenis en los cables eran una señal."

Por otro lado, Ana, una mujer de 40 años que ha vivido en diferentes zonas de la ciudad, ve la costumbre con otros ojos. "En mi barrio era una forma de celebrar a los amigos que se iban, como un pequeño ritual de despedida," comenta con una sonrisa nostálgica. "Cuando un amigo se mudaba a otra ciudad o dejaba el vecindario, colgábamos sus tenis en los cables. Era nuestra manera de decir que su historia seguía aquí, colgada en el aire, aunque él se hubiera ido."

Hablando con Luis, un artista urbano, la perspectiva cambia completamente. "Para mí, los tenis en los cables son arte urbano," dice mientras ajusta su gorra. "Es como una intervención en el espacio público. Los colgamos como una especie de protesta, o simplemente para darle un toque de vida al concreto y los cables. Cada par cuenta una historia y, con el tiempo, la gente los va interpretando a su manera."

Luego está el lado más práctico de las cosas. Juan, un electricista de la ciudad, se encoge de hombros cuando le pregunto. "A veces solo son niños haciendo travesuras. No hay un significado profundo, simplemente quisieron ver si podían colgarlos allá arriba."

A pesar de las diferentes opiniones, todos coinciden en una cosa: los tenis en los cables ya forman parte de la cultura urbana. Cada par colgado es un testimonio mudo de las historias que se desarrollan en las calles. Quizás nunca sepamos el verdadero origen de cada par de tenis, pero eso es lo que lo hace más interesante. Son pequeños monumentos urbanos que le dan carácter a las ciudades mexicanas y que, de alguna manera, unen a todos en la misma conversación.